Jose Luis Ponce, el ritmo del mundo en acero
Por: Gilberto Lastra Guerrero
El tiempo del mundo en el arte es difícil de lograr, requiere de ese instinto sin fin, significa comprender la inteligencia superior del universo, las manos que lo sostienen todo; y así, moldearlo hasta reducirlo a la pieza y la artesanía.
José Luis Ponce artista lagunero, moldea de los pliegues el movimiento y el sentido de la vida, desde el gran formato hasta el pequeño; el escultor toma las fuerzas vivas de la naturaleza y blande el sentido de la existencia en metal. El metal pende del vacío que mira el espectador: tiempo fraguado al fuego de lo expresivo.
El espectador observa al universo recomponerse ante la quietud de la forma, la escultura siempre se suspende de la vista de quien la mira, y así, la luz reflejada es piel de seres elementales, traídos desde la ficción más antigua, desde la nostalgia de lo no conocido.
El tiempo detenido como una cinta para fijar los ojos en ese pasado remoto de la humanidad, donde la creencia de todo asunto de la naturaleza es de origen divino. Así se perciben las piezas, desde metal todavía en tierra, guardando los secretos ahora develados por Ponce al moldear.
De eso trata el arte
De alzar entre las manos el líquido del río de Heráclito para conocer EL agua interminable suspendida y sonora en la obra de arte.
Desde la raíz, la madera se le levanta y el sentido del mundo la convierte en metal, esas manos sostienen lo que crece: el ciclo de los seres vivos. Ponce hace visible a la Madre Tierra. Y entonces, la madera muta en acero, y luego en un ciervo en cualquier bosque mirando al espectador.
A lo largo de los años, la escultura teje una historia y otra, así se forja ese universo particular, donde cada obra, es parte de otra. Así se percibe el estilo de José Luis Ponce. Existe una viveza en el metal, la madera y el movimiento: son cuerpos en el espacio de lo expresivo. Y es en parte, la voluntad del tiempo perpetuar la formar más remota en ese caudal que son los siglos.
Encarna al signo y al símbolo con las manos moldeando la materia
los vestigios del mundo emergen desde lo profundo del vacío. El viento antiguo blande las esculturas, desde cualquier perspectiva.
Recuerdo a Tzvetan Todorov escribir que “la conciencia dispone de dos maneras de representarse el mundo. Una directa, en la cual la misma cosa parece presentarse al espíritu, como la percepción o la simple sensación. Otra, indirecta, cuando por una u otra razón, la cosa puede presentarse en ‘carne y hueso’ a la sensibilidad”.
Ponce habla no sólo sobre el espacio de la obra, sino también del tiempo donde la mecánica interna de la vida se alojará para el cliente. No solo en el gran formato, también en la artesanía.
Para el escultor lagunero, el espacio donde habitará la obra es parte del proceso creativo, un punto de inflexión donde el artista siembre en un páramo ajeno, conservará éste en el hábitat idóneo para perpetuarse.
Dentro de los proyectos del artista, se encuentra la sociedad de trabajo con el creador Iván Martínez, un joyero en la Comarca Lagunera, para lanzar una marca, y que la escultura sea parte del cuerpo de quién la porta.
Así ha compaginado espacio y tiempo en las comisiones, para alcanzar la libertad expresiva con el sentido comercial del concepto.
Creador de los premios “Taco de Oro”
José Luis Ponce, ha dejado una huella imborrable en la escena gastronómica internacional con sus extraordinarios trofeos. Estas codiciadas obras de arte son entregadas anualmente en Dubai durante los prestigiosos premios Taco de Oro, un evento que celebra la excelencia en la gastronomía mexicana.
Sus trofeos no son meramente objetos de reconocimiento, sino que encapsulan la pasión y la maestría de los mejores chefs, cocineros, empresarios y amantes de la comida mexicana. Con meticuloso detalle y creatividad, José Luis Ponce ha modelado piezas únicas que evocan la riqueza de la cultura y la tradición culinaria de México.
La visión de José Luis Ponce trasciende el acero, pues al moldear estas obras de arte, logra capturar el espíritu mismo de la gastronomía mexicana, que es un festín de sabores y colores. Cada trofeo es una oda a la excelencia y un homenaje a la dedicación de quienes hacen de la comida mexicana un deleite para los sentidos.
El trabajo de José Luis Ponce es una combinación exquisita entre el arte y la pasión por la gastronomía, llevándo el reconocimiento a un nivel superior. Estos trofeos se han convertido en símbolos codiciados en la industria culinaria, y su legado como creador sigue enriqueciendo la manera en que celebramos y honramos la excelencia gastronómica en el mundo.
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