Los chimangos son un pan frito, poco conocido pero muy amado por los nativos de esta entidad.
El escritor Octavio Escalante un migrante mexicano nacido en la ciudad de La Paz BCS. y que actualmente residente en Madrid, España nos regala estas líneas llenas de nostalgia y amor por un pan típico de La zona de Baja California Sur.
¿En qué se relaciona éste amasijo de harina de trigo, azúcar, huevo, canela y sutilezas, con el forcejeo de huracán en la noche totalmente oscura? No hay nada que me recuerde más a éstas fritangas que las noches en que la vasta nube lo cubre todo entre viento y agua. Y de un enlace a otro se llega a las manos de mi madre, aceitosas ya después de amasar, mientras mi cara apenas alcanza sus muslos, anchos muslos de placer para una noche como aquellas.
La fritanga sacia como nada.
Amasijo cuadrado o triangular que se infla tras el chirrido del aceite entre su barata materia hirviente. Y así se vuelven hinchados almohadones para descansar el gusto de un niño de 5 años o de una abuela de 9 hijos. Todos haciendo lo suyo en la noche del huracán, tachando con cintas los cristales por si una bocanada de fantasmas busca entrar al calor de nuestra casa.
Pero poco caso tiene el verbo magnánimo cuando ya van acumulándose en un cernidor con una servilleta de papel y otra mujer corta rebanadas de queso mientras burbujean los frijoles refritos. ¿Qué caso tiene el intento de una palabra exagerada a lo que de por sí tiene la sencillez de la familia?
De pronto cae uno, luego otro, luego una raja de queso fresco traído de un pueblo entre sierras, luego la charlatanería sobre el huracán que afuera, frío y con nada que ver respecto a lo que se cocina dentro, ruge desesperado mientras nosotros nos cuidamos de él entre el olor y la gratificación de que, después de toda la alquimia, se agrandan y levantan las figuras del placer, de la panocha y el trigo y de un cuchillo que, una vez extendido el cuerpo, corta con precisión lo que serán los panes.
Chimangos desde quién sabe cuándo. Chimangos palabras sin sentido que he aprendido desde niño, antes de los cinco años puesto que, para mí, con ese enlace que tienen con la lluvia, son tan primeros en la vida como ella y tan últimos que lejos ahora de los territorios donde los conocí, husmeo con esta larga nariz por entre las tiendas para hallar los elementos para hacerlos a 13 horas en avión de donde los comí por primera vez.
Las que una vez fueron las manos aceitosas de mi madre ahora son las mías y entre la gente de Bangladesh y los supermercados, y algún amigo de La Paz, Baja California Sur, que los recuerda, vale totalmente la pena llenar de energía 40 minutos de mi vida para terminar con cuarenta chimangos. Estoy harto –después de siete párrafos– de evitar la palabra nostalgia. Parece que cae sobre mí como aquellos huracanes y como en aquéllas noches, tengo siempre las piezas para contrarrestar el chubasquero con mis imprescindibles chimangos, que adoro, que degusto, que presumo, que usó para conquistar sonrisas y barrios; que ingiero para acallar el hambre con un poco de elocuencia.
Y sin embargo, ahora estoy aquí, con los dedos secos, con la panocha fuera de mi alcance y el ardor del aceite hirviendo opacado por el frío de un diciembre inminente. Y sin embargo, y sin embargo. Cuando ellos mueran, las sencillas piezas que se requieren para armar los chimangos estarán a mi alcance y sin importar lo lejos que esté del paisaje y de sus personas, los construiré de nuevo, y de nuevo regresarán quienes ya no estén, aunque sea a través del calor de la cocina, del olor de la azúcar frita, del trigo inflado y de la práctica de saber que –concentrado– hay que hacer estos chimangos por los que están, por hambre, por gusto, por nostalgia, por amor, y por los que se fueron.
Receta Soledad Ornelas
Instagram @soledadornelaschef
RECETA COMPLETA CHIMANGOS
Porciones 40 piezas aproximadamente
Preparación 30 minutos
Reposo 15 minutos
CHIMANGOS INGREDIENTES:
- 1 kilo de harina de trigo
- 1 piloncillo chico
- 3 tazas de agua
- 2 rajas de canela
- 1 cucharada sopera de manteca de cerdo
- 1 cucharada de polvo de hornear
- Aceite vegetal, el necesario
Preparación :
En una olla, calentar a fuego medio el agua junto con el piloncillo y la canela, revolver bien para que el piloncillo se disuelva. Dejar la preparación en el fuego hasta el primer hervor. Retira del fuego y deja entibiar.
Mientras tanto, en un tazón grande colocar la harina de trigo junto con la manteca y el polvo para hornear. Poco a poco verter la preparación dulce con piloncillo y amasar. Tener cuidado al agregar el agua dulce, éste procedimiento tiene que ser poco a poco para no pasarse de líquido y la masa quede firme. Amasar hasta que no se pegue nada en las manos y que al estirar no se corte ni se parta.
En una base plana y limpia, colocar una ligera capa de harina y con ayuda de un rodillo extender la masa por toda la superficie hasta lograr que ésta tenga un grosor de más o menos un centímetro de ancho. Con ayuda de un cuchillo cortar la masa en forma de cuadrados o rombos del mismo tamaño y reservar.
En un sartén, verter suficiente aceite para freír y dejar calentar a fuego medio por unos minutos, después coloca uno a uno los trozos de masa que cortaste previamente y deja cocinar por cada lado durante unos 2 minutos, o bien hasta que estos estén bien dorados por ambos lados.
Repetir el procedimiento con cada una de las porciones de masa. Dejar reposar en un papel absorbente para eliminar el exceso de aceite y disfrutar acompañados de un buen café o una infusión de hierbas.
Cocineros Mx por el Mundo
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