En la vibrante ciudad de Culiacán, Sinaloa, nació una mujer destinada a dejar una huella imborrable en el mundo de la panadería: María Concepción Uraga Cabrera. Hace 34 años, María decidió cruzar el océano para establecerse en Japón, atraída por el encanto de su idioma. Esta decisión marcó el comienzo de una historia extraordinaria de pasión, resiliencia y triunfo.
María, o «Conchita», como cariñosamente la conocen sus seguidores en Instagram (@ConchitaCake’s), lleva consigo no solo el calor de su tierra natal sino también su amor por la repostería, una pasión que germinó en su infancia. «Mi ingrediente favorito es el azúcar morena. Me recuerda a mi infancia, ayudando a mi madre y abuela a preparar calabaza con panocha», relata María con una sonrisa nostálgica.
Su talento para la repostería se hizo evidente cuando, hace 30 años, participó en un concurso internacional de postres organizado por la compañía de gas Toho en Japón. Con un plato tradicional mexicano, la calabaza con panocha, María no solo ganó el primer lugar, sino también conquistó los corazones de los japoneses. Este triunfo fue el catalizador que la impulsó a sumergirse aún más en la repostería, no sólo para satisfacer su nostalgia por los sabores de México sino también para compartirlos con sus hijos y la comunidad japonesa.
Hoy, María es propietaria de un exitoso negocio de onigiris, pero sueña con abrir una cafetería mexicana. «Quiero que mis hijos y la comunidad japonesa disfruten de nuestras conchas, el pan de muerto, las roscas de reyes…», comenta con entusiasmo.
A pesar de los desafíos, como superar un divorcio en tierra extranjera, María nunca ha perdido su esencia. «Cuidar siempre de no perder mi esencia ha sido clave», afirma con convicción. Esta fortaleza le valió un reconocimiento especial: el premio Ohtli en 2022, un honor otorgado a los mexicanos en el extranjero por su contribución a la promoción de la cultura mexicana.
A los aspirantes a panaderos y reposteros, María les aconseja: «Confíen en su instinto y no en el de los demás». Esta filosofía ha sido su guía a lo largo de su trayectoria, una trayectoria que demuestra que, en efecto, «donde hay un mexicano, está México».
María Concepción Uraga Cabrera no solo ha logrado un éxito personal y profesional extraordinario, sino que también ha logrado ser una embajadora de la cultura y los sabores mexicanos en Japón. Su historia es un testimonio de cómo la pasión, la dedicación y la autenticidad pueden traspasar fronteras y unir culturas.
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