Comida, bebida y canciones para el Día de Muertos.
Nuria Rangel
Es la víspera de la más famosa festividad mexicana en el mundo, en la que se evoca a los que se adelantaron. Es la única época en que se habla de la muerte y hasta se le festeja, porque el resto del año preferimos evadirla. En estas fechas, según las creencias, vuelven las almas de los difuntos y se les ofrenda con comida, se les honra con música y la tristeza de su ausencia se palia con bebida. En esta entrega comentaremos un poco de esos tres elementos tan presentes en nuestra cultura.
La gula, nuestra condena.
La gula es un apetito excesivo por la comida y bebida. Es condenable en la religión cristiana y otras tradiciones. Se conoce como uno de los siete pecados capitales, es una falta humana que reiteramos los mexicanos y de la cual apenas buscamos ser exonerados, por si fuera poco, hemos invitado a personas de otros países a pecar sin mesura y gozar de nuestra gastronomía, tal como nosotros.
En la antigüedad al exceso de consumo le llamaban: la locura del vientre, y era causante de malos pensamientos. Según las creencias, un poder divino decide cuando nos da la vida y nos priva de ella, por eso debemos mantener el cuerpo sano y no provocar un apetito insaciable para durar más tiempo. Esa misma divinidad debe proveernos del pan de muerto, los buñuelos, el chocolate espumoso y tantas delicias de temporada. Al final la gula inevitable parece un demonio que nos castiga para toda la eternidad.
Música para recordar.
Existe un amplio repertorio de canciones que aluden a la comida y bebida como remedio para el duelo y otras penas que provocan vacíos corporales y anímicos inmensos.
¿Qué es el desamor sino estar muerto en vida? Una canción cuya letra está llena de alusiones a la comida es: San Lunes, que se compone de frases complementarias y alegóricas dedicadas al amor que se ha perdido, así son sus versos:
-Si eres cecina, seré tasajo…Si tú eres nabo, seré zanahoria…si molendera, yo nixtamal…si eres birote, yo mantequilla…Si eres culantro, yo perejil-
-Si eres San Lunes, seré borracho- dice esta canción que fue muy popular en el siglo XIX; época de profundas desigualdades, pobreza, enfermedad, tristeza y todo ello causaba el vicio del alcoholismo, calificado como “lacra social” y “la crudez” era un mal a combatir. Aquel círculo vicioso y mortal, provocaba ausentismo laboral, pleitos y ocurrían asesinatos. Se trabajaba incluso los fines de semana y el único día de descanso era el santificado lunes (Payno, 1893)
Las personas “hacían San Lunes” y parecía un día de fiesta, acudían a las pulquerías donde vivían una catarsis y cantaban: -Si tú eres pulque, seré tlachique- Ahí gastaban su poco dinero, eran felices un instante como si fuera el último día de sus vidas, bebían y comían en abundancia. Es conocida la versión del cantante Oscar Chávez.
Es sabido que en los funerales se ofrece comida y en algunos: abundante bebida, como sedante para la tristeza. Chava Flores canta Cerró sus ojitos Cleto, que narra el velorio de un desafortunado y en medio del silencio una voz que interrumpió diciendo:
-Ya pasa la botella, no te quedes con ella…y la botella tuvo el final de Cleto, murió, murió, murió-
La llorona, es una de las muchas formas de nombrar a la muerte y es el título de una antigua canción de autoría anónima, que evoca en sus versos el anhelo del amor y el sufrimiento mortal del desamor. El triste lamento de esta canción va y viene en forma cíclica:
-Yo soy cómo el chile verde, llorona, picante pero sabroso, Ay de mí, llorona-
Comida y ofrendas.
En México y en otras partes del mundo, los compatriotas llevan ofrendas de comida para sus difuntos en los panteones. Es un evento de reunión familiar, en donde se cree que las almas vienen a comer la esencia de los antojitos, que disfrutaban sus cuerpos en vida. Es una muestra de amor a través de los alimentos, una costumbre bien conocida entre las mamás mexicanas en todo momento.
La última y nos vamos. Una vez pasada la angustia del recuerdo que se puede comparar a una resaca, se busca una comida revividora y para eso estaban: Los agachados que fueron puestos callejeros donde servían gran variedad de platillos y caldos picosos. El lugar carecía de sillas por lo que los comensales tenían que agacharse y comer en cuclillas. Es también el nombre de una canción famosa y se recuerda en la interpretación, en ritmo de swing, de Germán Valdés “Tin Tán”:
– A comer pancita con Los Agachados que vengo muy crudo, la tiene suave, muy bien calientita, con su callito sabroso y gordito, sus cebollita muy bien picadita-
¿Cómo es posible librarse del pecado de la gula? Si la comida (mexicana) y un buen mezcal, es lo que más consuela, remedia la tristeza y llena los vacíos del alma en una dulce condena. En contraparte de la gula, se encuentra la virtud de la templanza o moderación en el placer de comer y beber. Es el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantener los deseos al límite, quien la práctica vive largos y saludables años, pero de morir nadie se libra.
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