Contribuir al desarrollo de una comunidad otomí y disfrutar de una comida gastronómica, es posible con “Cubo”, un organizador de experiencias gastronómicas en medio del bosque a unos kilómetros de la Ciudad de México. Los comensales tienen la oportunidad de recolectar sus propios hongos y otros ingredientes locales, así como conectar con la naturaleza.
“Cubo”, es una alternativa para todos aquellos que buscan deleitar sus paladares rodeados de la naturaleza y apoyar causas sociales en México. Se trata de un proyecto de gastronomía endémica en una casa de campo estilo modernista de Roberto Lingard, quien creó y diseñó todo el concepto a partir de las necesidades de la comunidad otomí de Santa María Jilotzingo en el Estado de México.
Al ser una zona boscosa, la comunidad aprovecha la temporada de lluvias para sacar lo mejor de los hongos. “Siete familias del barrio son las que me han enseñado todo sobre su recolección y además proveen de ellos a la cocina de Cubo”, nos cuenta Roberto.
Labor Social
El comercio justo es parte de la filosofía de “Cubo”. Roberto dice que la primera vez que le compró hongos a la gente de la comunidad le ofrecieron el kilo en $50 pesos, pero él negoció un costo de $200 pesos por kilo, con las únicas condiciones de que se los entregaran sin limpiar para que él pudiera elegir los que más le gustaran y que fueran entregados hasta la puerta de “Cubo”. Cabe mencionar que todos los integrantes de la comunidad habitan en la zona, por lo que no tienen que trasladarse a gran distancia.
El consumo local es fundamental para apoyar a la comunidad y cuidar al planeta. “Si alguna vez has probado un hongo en algún restaurante de la Ciudad de México, el 90% de probabilidades es que provenga de la zona de Cubo”, agrega Roberto.
Por otro lado, “Cubo” pone a disposición el Internet de manera gratuita para todos aquellos estudiantes de la comunidad que en sus hogares no cuenten con ese servicio. Y a pesar de estar en medio de un bosque, la calidad del Wifi es bastante aceptable.
La experiencia gastronómica y la cultura otomí
Todo comienza en cuanto se baja del auto y el aroma del bosque envuelve los sentidos. Los anfitriones reciben a los visitantes con bebidas y algunas entradas para que vayan haciendo hambre.
Al ser un asentamiento importante de la cultura otomí, antes de comenzar cualquier actividad, Roberto encabeza el tradicional ritual del encendido del fuego, que consiste en darle una buena intención a la leña con la que se va a cocinar. Para ellos, esta acción permite que al momento de comer, además de alimentar el cuerpo también se alimente el alma con dichas intenciones.
Después de esto, los comensales dan un paseo por el bosque para recolectar algunos ingredientes que servirán de alimento. “Uno de los objetivos principales es conectar a todos nuestros visitantes con la naturaleza y se den cuenta de lo valiosa que es su preservación”, menciona Roberto.
Al terminar el paseo, regresan todos a las instalaciones de “Cubo” para disfrutar del menú y pasar un rato con la agradable compañía.
Cuidado de medioambiente
En “Cubo”, uno de los valores fundamentales es la naturaleza, por eso, han tomado importantes medidas para preservar el hábitat que los rodea. Por ejemplo, en la cocina no utilizan plásticos, los baños son ecológicos y los grupos de visitantes son reducidos para que el bosque se conserve en buen estado.
Cartelera de julio y agosto
Todos los sábados “Cubo” recibe a sus comensales para que disfruten de un festín gastronómico en el que el chef anfitrión Carlos Téllez cocina con invitados especiales. Juntos preparan un menú de temporada en el que incluyen ingredientes endémicos de las regiones provenientes de cada uno de ellos e insumos recolectados en el bosque de la zona de Santa María Jilotzingo.
Aquí te compartimos la cartelera de los próximos meses:
TIP
Te recomendamos reservar a través de sus redes sociales @cubo.mx y @hongos3. Te sugerimos hacerlo con por lo menos 48 horas de antelación.
Reportaje por Brenda Vega
